viernes, 20 de abril de 2018

El primer año en la vida de un emprendedor

El primer año en la vida de un emprendedor es el comienzo del resto de una vida distinta. Sin dudas, una divertida y constructiva experiencia sería contrastar la mirada de un productor independiente en el comienzo versus iguales tópicos 12 meses después. Lo que sucede en el periodo intermedio, entre el momento en que se dio el inicio y el año siguiente, es un choque abrupto con la realidad. Muchas expectativas se modifican por el camino, pero también se sucede un proceso de conocimiento del contexto y de auto conocimiento personal por parte del protagonista. Lo que pasa es que el mundo laboral no es el mismo por fuera de las estructuras que brindan empresas y compañías empleadoras. Por cierto, las personas tampoco lo son. Cuando un trabajador deja de desempeñarse en relación de dependencia, y se convierte en un nuevo actor freelance, con frecuencia, siente que es él contra el mundo. Esta sensación no es descabellada ni descontextualizada. En sociedades como la argentina falta aún mucha cultura de trabajo independiente. Una considerable parte del aprendizaje a futuro depende, en buena medida, del comportamiento y valor actitudinal que tengan los mismos emprendedores.


Cuestiones, en principio básicas, como los límites, las reglas, los horarios y hasta las mismas estrategias el primer año son difusas y difíciles de aplicar. La ensoñación de un estadio permanente de trabajo armonioso, doméstico y libre de presiones con frecuencia es un idilio de corta duración. En paralelo, el trato personal con los clientes es todo un aprendizaje que puede costar algunas angustias y otras decepciones. Por cierto, en este tiempo de adaptación, es usual que el mismo conflicto que el viejo trabajador en relación de dependencia sostenía en su antiguo espacio sea repetido por este nuevo trabajador freelance. Este es el momento indiscutido para reforzar el trabajo personal y librar las batallas del pasado en un nuevo escenario. Con muchas y renovadas razones vale la pena el esfuerzo y será la clave para salir adelante. 


Si pudiésemos resumir los puntos centrales del primer año en la vida de un emprendedor en 4 palabras las mismas serían: Honestidad, tolerancia, confianza y entereza. La honestidad es fundamental para reconocer, y reconocerse, las capacidades de producción y de eficiencia. Entender hasta donde y por cuanto vender productos y servicios. Más allá del aspiracional, que tan útil es a la hora de proyectar, la honestidad ayuda a disminuir el estrés y el margen de error. En cuanto a la tolerancia, se trata de un ejercicio diario y permanente con clientes, socios, proveedores y aliados. Las reglas ya no son las mismas y las dinámicas tampoco, por eso se requiere mucha más paciencia. Ser tolerante con los demás, pero también con uno mismo y entender que todos provenimos de diferentes culturas de trabajo. Por esta razón, en el dialogo está la clave. Respecto a la confianza es un juego doble: El trabajo independiente con otros requiere contar con la palabra del otro y que los demás puedan contar con la propia. Hacer un ejercicio sobre la seguridad personal  y a la vez poder rodearse de un equipo de colaboradores a la altura de las circunstancias. También con los clientes hay que construir lazos de confianza y de reciprocidad. Por último, la entereza, pieza fundamental y no menor a la hora de sobrevivir en el campo de acción freelance. Es válido barajar y dar de nuevo pero no renunciar a los sueños. Para poder triunfar en el mundo de los emprendedores es necesario desarrollar una sólida tolerancia a la frustración. 

Aún falta mucho para poder sostener que el mundo es un lugar amable para los que emprenden. De todos modos, vale la pena y es posible. Lo que nunca hay que perder de vista es que los grandes proyectos se desarrollan y triunfan con otros. Poder construir redes es vital para poder sobrevivir al primer año. Es muy importante poder disfrutar de cada pequeño logro como si fuese el último y el mejor. Un sistema de premios y recompensas personales tampoco es una mala idea para alentarse a uno mismo. Todas las iniciativas suman y no hay una receta perfecta. Pedir ayuda, saber detener el curso de las cosas a tiempo, mirar alrededor y mantener el foco por delante siempre. 


Fernanda Santágata 

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